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¿Generación de riqueza con actividades extractivas?

Publicado: 2012-02-13

¿Generación de riqueza por actividades extractivas?

1. Introducción: Antecedentes en la preferencia del Estado por las actividades extractivas

Hay quiénes afirman que la actividad extractiva genera riqueza y que por tanto, el Estado debe atraerla y engreirla o al menos, favorecerla. Lo dijeron a mediados del siglo XIX y convirtieron a nuestro incipiente Estado en socio de los empresarios guaneros, que se enriquecieron como nunca ... pero el Estado y sus demás habitantes quedaron tan precarios como antes. También lo dijeron cuando por la década del 70 del siglo pasado se descubrieron enormes cardúmenes de anchoveta en nuestros fríos mares y el Estado se convirtió en socio de empresarios pesqueros que acumularon ingresos fantásticos para la época ... pero los pescadores, el Estado y el resto de sus habitantes continuaron tan precarios como siempre. No deja de ser paradójico que poco después se inició una tremenda guerra interna que se ha tratado de olvidar. Hoy se repite la afirmación al haberse elevado el precio de metales como el oro, el mismo que a pesar de un saqueo de siglos sigue abundando, como otros. Y se sigue buscando que el Estado sea socio de las empresas extractivas, al punto que desde el principio se cierre la posibilidad de un desarrollo basado en otros recursos o actividades (la frase "Conga va" proferida no por algún gerente o director de la empresa titular de la concesión, sino de un ministro, expresa claramente esa única y excluyente opción). Si bien el principal argumento para dicha preferencia estatal por la extracción minera hoy es el aumento de los ingresos tributarios del Estado, los relacionistas públicos de las empresas mineras vienen bombardeando a los peruanos y peruanas con la afirmación del inicio: la minería genera riqueza y por ello, per se, es positiva. De paso, afirman que la pobreza no tiene nada que ver con las preferencias por las actividades extractivas.

Conviene entonces examinar la veracidad del argumento, a pesar de que hasta el momento la historia del Perú lo viene desmintiendo siglo tras siglo. Pero démosle el beneficio de la duda y digamos que lo que ocurrió en el pasado (guano, pesca)  no es achacable a la actividad sino únicamente al Estado que no supo aprovechar los ingresos tributarios conexos.

2. El argumento: La pobreza es un estado natural y la extracción de minerales contribuye a superarla

Dicen quienes han tratado de justificar la idea que 1) todo ser humano nace con carencias, 2) la pobreza es una carencia material así como la ignorancia es carencia de conocimiento, y 3) las mineras añaden valor a los minerales al sacarlos de la tierra y colocarlos en el mercado, y que por lo tanto 1) la pobreza es incausada y 2) las mineras crean riqueza. Entre otros, el abogado Alfredo Bullard ha resumido esta argumentación (http://lamula.pe/2012/02/04/alfredo-bullard-la-pobreza-y-la-ignorancia-son-el-estado-natural-del-hombre/claudiapollo ). El argumento tiene un punto fuerte: La pobreza, como la ignorancia, son, conceptualmente, carencias, es decir, falta de lo necesario para vivir o saber, respectivamente. Por lo tanto, no existen por sí mismas, sino en tanto defecto de algo que sí existe. A partir de esto, se pretende indicar que no existe relación causal entre la riqueza de unos y la pobreza de otros, de la misma manera en que no la existe entre la sabiduría de unos y la ignorancia de otros. Es más, el argumento va más allá: dice que no hay causas de la pobreza, sino que es un estado natural del ser humano, que al nacer está desnudo  y que luego, a base de sus esfuerzos, consigue tener, y por lo tanto, superar ese estado natural. En el fondo, a lo que lleva es a afirmar que, dado que todos los seres humanos nacemos igualmente pobres (carentes de bienes), el pobre lo es porque no quiere dejar de ser pobre, es decir, por su culpa, mientras que el rico lo es por su esfuerzo y empeño, tanto como el sabio, que lo es por su interés en cultivarse, mientras que el ignorante lo es por su indiferencia ante el conocimiento.

3. La falacia: Olvido del entorno social en la transmisión de la pobreza y la generación de riqueza

Se trata de un razonamiento incorrecto que aparenta ser correcto, es decir, una falacia. Pues omite una premisa intermedia: la pobreza y la riqueza son fenómenos sociales. Las carencias del nacimiento no sólo son biológicas, sino sociales. Y estas sí que varían, y mucho. El argumento da un salto con garrocha desde el ser humano desnudorecién nacido, al propietario de grandes minas. Y se olvida de la sociedad y el Estado, creadoras y garantes, respectivamente, de las instituciones que hacen posible las posiciones sociales, las inversiones, el comercio, etc. De esa manera, pasa por alto que cuando se ubica a los seres humanos en sus entornos sociales, las carencias de los bienes indispensables para la vida libre (característica de los humanos), SÍ que es causada, por ejemplo, por las condiciones en que cada humano nace... con carencias muy disímiles entre unos y otros. Y las circunstancias por las que unos nacen en ciertas condiciones y otros en otras, están muy lejos de ser incausadas. Obedecen a opciones políticas, económicas, históricas. Por ejemplo, a la opción entre una economía basada en la extracción y exportación de materias primas o una basada en la producción de conocimiento y bienes con alto contenido del mismo en su composición - o, en términos ejemplares, a la opción entre ser el país que exporta el metal con que se hacen las memorias USB o ser el que las fabrica-. O a opciones por sistemas de redistribución de los ingresos de modo que las ventajas de unos ayuden a corregir las desventajas de origen de otros, en vez de sistemas de pocos mecanismos para la movilidad social, donde los ingresos se concentren en la punta de la pirámide social. Optar por alguna de estas alternativas tiene consecuencias, entre ellas la mayor o menor pobreza de las personas y su transmisión intergeneracional o no.

Otro elemento omitido en el argumento es que el valor de los minerales e hidrocarburos que están en nuestro suelo y subsuelo, no es generado por el trabajo extractivo, sino que es anterior a él. El esfuerzo de extraer y exportar no añade un centavo al precio del oro. Por lo tanto, en puridad y aun asumiendo la medición meramente monetaria de la riqueza (lo que nos dará una medida muy incompleta), la mera extracción y comercialización de lo extraido, no genera riqueza. Lo que genera ganancias para las empresas extractivas - e ingresos tributarios para el Estado - es el diferencial entre el costo de extraer y el precio de venta. Pero no se añade valor adicional en el proceso. El metal sigue siendo el mismo metal y su valor o precio, el mismo. Peor aún, cada vez que se exporta un recurso no renovable - patrimonio de la Nación conforme a nuestra Constitución - sin generar capacidades permanentes en el proceso, todos los ciudadanos perdemos una oportunidad de usarlo para nuestro desarrollo y por lo tanto no sólo no quedamos más ricos, sino que nos empobrecemos al quedar con las mismas capacidades pero con menos recursos.

Asimismo, el argumento olvida las relaciones que se establecen entre los directores y gerentes de las empresas extractivas y los servidores públicos con los que se relacionan, relaciones que pueden aumentar las capacidades públicas, pero que también pueden debilitar la institucionalidad, al poner por delante el interés particular a los principios que la sostienen (consiguiendo contratos mediante "faenones", por ejemplo).

Por lo tanto, a) es falso que la pobreza, socialmente entendida, sea incausada; y b) es falso que las actividades extractivas por sí mismas generen riqueza, entendida como valor agregado. Y si el argumento no convence, pregúntenle a los huancavelicanos, pasqueños y cajamarquinos. Incluso los prósperos coincidirán en que su prosperidad parece más una isla que parte de una prosperidad general.

4. La generación de riqueza en base a desarrollo de capacidades: Reto al Bicentenario.

Sin embargo, las empresas mineras sí pueden generar riqueza entendida como valor agregado. Para ello tendrían que estar siempre y necesariamente transformando el mineral que extraen en objetos más valorados. El oro y el cobre, en filamentos o cables, por ejemplo, o en joyería, o en insumos de la industria informática, por ejemplo. Y todo ello siguiendo los procedimientos institucionales (sin "faenones" de por medio). Esto permitiría que el dinamismo comercial que se genera alrededor de las empresas mineras (más empleo para transportistas, comerciantes y productores de artículos para los trabajadores de la extracción), se sostenga más allá del agotamiento de la veta mineral.

​​​He allí el reto de las empresas; pero principalmente, el rol del Estado en su relación con ellas y los demás ciudadanos y ciudadanas: preferir, orientar, inducir y asociarse con la generación de valor agregado a los recursos naturales. Pero éste es un reto accesorio al principal: lograr que las actividades económicas generen capacidades en las personas o faciliten el desarrollo de capacidades prexistentes. Allí está la verdadera riqueza de las naciones, en las capacidades de sus habitantes. Mientras las empresas y el Estado no aumenten las capacidades de las personas, no habrá nada de riqueza generada.

Para ello conviene atender a las transformaciones en la estructura social que se produce cuando una gran o mediana empresa se inserta en medio de una economía tradicional que no genera muchos excedentes y donde las situaciones socioeconómicas se transmiten de generación en generación. Se introducen oportunidades de empleos distintos a los anteriores, con derechos laborales, reglas de producción, etc. Asimismo, el aumento de ingresos de quiénes prestan servicios a la gran o mediana empresa en algunos casos permite la aparición de nuevos empresarios locales, incluso algunos antes dedicados a la economía tradicional, lo que rompe la estabilidad intergeneracional y cambia las relaciones familiares. Sin duda estos procesos aumentan la libertad ciudadana de las personas que se insertan en ellos y por lo tanto las oportunidades de generación de riqueza familiar.

Para que estas oportunidades se conviertan en desarrollo social sostenible, se requiere de institucionalidad que garantice igualdad de condiciones a todos los seres humanos que nacen en un territorio. He allí el reto principal del Estado Peruano - y de los demás - en estos tiempos: lograr una sociedad donde cada ser humano que viene al mundo, tenga, además de su desnudez biológica, las condiciones básicas -alimentación, vivienda, afecto- para el desarrollo de su vida. Asumiéndolo estaremos en el camino correcto para realizar la promesa de la vida peruana en este Bicentenario de su formulación que se nos viene. ¡ A construir la fuerza política que lo haga posible !

Pier Paolo Marzo Rodríguez

Constructor del Bicentenario


Escrito por

Constructores Perú

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