Cultura de paz: reto de gobiernos locales y regional

"Por algo habrá sido", les dijo a los pasajeros el conductor del colectivo que me llevaba de Tingo María hacia Aucayacu, tras contarnos sobre el asesinato del hijo del dueño de una parcela con una laguna de gran potencial turístico en la zona. "Todos los que mueren acá están pedidos", le dijo un policía a una niña el 2009, respondiendo a preguntas sobre porqué la policía no hacía nada ante los asesinatos que perturban la vida de los leonciopradinos, niños y niñas incluidos.

Frases que delatan una especie de aquiescencia con la muerte criminal, expresión más intensa de la normalización de la violencia en nuestra vida cotidiana. Y camino seguro hacia la degradación de esta misma vida, pues la tolerancia ante el mal, es el camino para su instalación entre nosotros.

Por eso, el multitudinario entierro del alcalde Wilder Miranda Ordóñez, debe ser resaltado como expresión de un pueblo que resiste a las fuerzas de la muerte y, venciendo sus miedos, las desafía. Las múltiples expresiones de rechazo a la violencia y al crimen de ciudadanos y ciudadanas aucayaquinas primero, leonciopradinas y huanuqueñas después, pueden leerse también como afirmaciones por la vida. Afirmaciones por la vida que deberían ser escuchadas con mucha atención y asumidas por todos los alcaldes y alcaldesas electos y especialmente por las fuerzas contendientes por el Gobierno Regional. Pues sin duda, la pobreza y la violencia son los dos grandes desafíos de los gobiernos locales y el gobierno regional de Huánuco. Y ambas se combaten con cultura de paz.

Cultura de paz cuya implementación debería ser liderada por el sector educación regional. Ahí tenemos un punto central para el debate pendiente. De manera que en unos años afirmaciones como las que inician estas líneas, sean vistas como lo que son: estupideces, ya que nada justifica el crimen que lleva a la muerte. Cómo reemplazar aquél pensamiento por uno que aisle la violencia y confirme los anhelos de vida buena de la mayoría, es quizá el principal reto de quienes aspiran a gobernar o a seguir gobernando en Huánuco.

Para nuestra bendición, hay varias instituciones privadas y públicas -la DIRESA o la Defensoría del Pueblo por ejemplo- que tienen capacidades y experiencia para ayudar a superar ese reto. Y, mejor aún, hay cientos, miles de ciudadanos y ciudadanas con disposición a apoyar los esfuerzos por una cultura de paz que distinga para bien la vida en esta parte del Perú. Queda a los que aspiran a gobernar, escuchar el clamor de los pueblos y actuar en consecuencia