En el Perú los shipibos, amueshas, awajuns, katataibos y muchos otros pueblos eran vistos como extraños, casi como objetos de exhibición. Me acuerdo que cuando niño en el Parque de las Leyendas en la zona de selva había una maloka donde shipibos (creo que eran de dicho pueblo) mostraban sus artesanías y vendían lanzas y flechas emplumadas. Asimismo, recuerdo que había historietas donde se hablaba de "los chunchos", refiriéndose en general a nuestros compatriotas amazónicos. En general, la imagen que se nos mostraba era la de salvajes, a veces buenos, a veces no tanto. El año pasado muchos titulares de medios de comunicación de Lima y un spot gubernamental actualizaron ese estereotipo, en medio de las reacciones frente a los homicidios de policías e indígenas en Utcubamba.

Ésa era la imagen que muchos habitantes de las ciudades grandes teníamos de los conciudadanos integrantes de pueblos indígenas. Por ello, la aprobación de la ley de consulta a los pueblos indígenas, conforme al Convenio 169 de la OIT, vigente pero incumplido desde hace años, es un avance radical en la manera en que los peruanos nos relacionamos entre nosotros, más allá del cumplimiento de obligaciones internacionales de nuestro Estado peruano. Supone que escuchar las voces de los habitantes indígenas cuando se tomen decisiones administrativas y legislativas que los afecten, es ahora ley. Es más, instaura una legalidad del diálogo de buena fe como condición de las decisiones públicas, políticas o administrativas.

Es una gran noticia para quienes impulsaron la ley e impulsan la cultura del diálogo como medio de afrontar y transformar conflictos, como la Defensoría del Pueblo, institución autora de la iniciativa legislativa que dio origen al debate en el Congreso; es una gran noticia para todos nuestros pueblos indígenas y sus integrantes, que han luchado tanto porque se les tome en cuenta, los amazónicos y los andinos. Y es una gran noticia para todos los peruanos y peruanas de buena voluntad, para los que valoran la vida, para los que buscan la dignidad y libertad ciudadana, para los que saben que la democracia es diálogo de todos y todas.

Es un signo de esperanza en la posibilidad de construir juntos un país donde el respeto entre todos sea la regla y las voces de todas sean escuchadas. ¡ Habrá que celebrar hoy y seguir empujando en esa dirección mañana !

Pier Paolo Marzo R.